Acercarse a Kefira requiere una condición no negociable: no tener prisa. El mercado comienza a existir desde muy temprano y poco a poco se va extendiendo y poblando. Las familias se trasladan enteras y todos toman parte en la puesta en escena. Los tratos son continuos, por doquier se ve el cambalache. Mirar, observar, sonreír y dejarse engatusar es lo que toca. Cerca de doscientas mil almas se juntan aquí cada día, y cada día se marchan para volver al siguiente .
japs
japs

No hay comentarios:
Publicar un comentario